Muchas veces, pero en serio muchas veces, cuando nos llama un nuevo prospecto de cliente, varios de los cuales se precian de ser integradores con experiencia de años (no lo digo yo, ellos así se presentan) nos preguntan por precios de cables para sus instalaciones recitando la descripción técnica que el cliente final vio en una etiqueta, misma que le envío al integrador o persona que está cotizando el trabajo, todos ellos buscando a como dé lugar y pie juntillas lo que dice la etiqueta del cable solicitado en aras de cumplir con cierta norma pues así lo demanda su cliente.

Sucede entonces que suelen dar primero un numerote de entre 10 a 15 dígitos seguido de claves alfa numéricas dignas de códigos de lanzamiento de misiles, sin saber que el santo y seña con que están buscando el cable en cuestión, suele ser el código internacional del producto y no la clave comercial del modelo del cable en el mercado regional donde se comercializa.

Y nos llaman entre otros, desde los intermediarios de compras que suelen surtir desde galletas y papel higiénico a los integradores y clientes finales, hasta los mismísimos clientes finales, pues como está la cosa hasta los de mantenimiento de la oficina le están entrando al tendido de redes (“¿pos qué tiene? si son unos cables nomás”) para su propio uso y si se puede, agarran también lo que le caiga al vecino.